Hace poco tuve el privilegio de ir con mi amiga a su ceremonia de ciudadanía. Recordé algo que había olvidado. El orgullo y la gratitud que todos deberíamos sentir por ser canadienses.

Me sentí surrealista sentada en esa sala de corte llena de gente de todos los rincones del mundo. Todos los inmigrantes, pronto serian canadienses, estaban entusiasmados y orgullosos de jurar alianza al Canadá.

Mientras miraba a sus caras emocionadas, recordé que yo también un día compartí esa misma expresión. Con el tiempo, me integré tanto que deje de valorar ese  sentimiento. Ese día estaba agradecida de que me lo recordaran.

El video que presentaron a los aspirantes mostró lo que significa ser Canadiense. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Sentí tanta gratitud de ser parte de esta gran nación.

Para muchos de nosotros que somos inmigrantes ser Canadiense es sinónimo de oportunidad a una vida más prospera.

Para aquellos de ustedes que tuvieron el privilegio de nacer aquí, puede no significar lo mismo. Así es qué permítanme darles una reflexión desde el corazón de una inmigrante.

Llamar a Canadá mi tierra no es un derecho, sino un PRIVILEGIO.

Escapé de un país destruido por la guerra en busca de una vida mejor. La simple búsqueda de tu propia seguridad es algo que puede ser extraño para ti.

Mis hijas nacidas en Canadá, disfrutan de la libertad de caminar por las calles en cualquier momento y sentirse seguras. Pueden perseguir sus sueños sin limitaciones. A diferencia mía en mi país de origen, mis hijas tienen la habilidad de expresar sus ideales sin represión. Mis hijas y todos los canadienses tienen una voz y un voto que sí tiene un impacto y hace una diferencia en lo que sucede en este país. Yo no tuve eso.

Nací y crecí en Nicaragua hasta los dieciséis años.

La vida en Nicaragua era diferente a la que hay aquí en Canadá. Era cotidiano disfrutar mi bicicleta en las calles un momento y al siguiente instante correr a un refugio porque las balas estaban volando.

En Canadá, tenemos el privilegio de ir al supermercado para comprar lo que se nos antoja y en las cantidades que deseamos. En Nicaragua en los 1980´s íbamos a cooperativas llamada Micoins con una tarjeta de Racionamiento de alimentos.

Mi familia de seis sólo podía comprar una barra de jabón, una libra de azúcar, dos rollos de papel higiénico, un cartón de huevos y una libra de arroz cada semana.

Déjame hacerte una pregunta.

La última vez que estuviste con tus amigos y dijiste adiós, ¿alguna vez te cruzó por la mente que nunca volverías a verlos?

En Nicaragua, no era raro ver a nuestros amigos un día y al siguiente nunca más volverlos a ver. Creciendo en Nicaragua, era común que la gente desapareciera porque el gobierno creía que apoyaban a la oposición. Los afortunados regresaban con una paliza o terminaban en prisión. Los desafortunados todavía faltan hasta este día.

Muchos canadienses disfrutan de su propia casa de campo o la de algún amigo durante nuestros hermosos veranos.

Imagina que uno de esos fines de semanas mientras disfrutas de solaz y descanso, recibes una llamada avisando que el área donde vives incluyendo tu casa ha sido quemada y derrumbada.

Tú regresas apresuradamente y encuentras la devastación,  el olor siniestro a cenizas, todo carbonizado y un cráter donde las bombas que cayeron marcan el lugar donde fue una vez tu casa.

Una escena de una película de Hollywood, ¿verdad?

No para mí.

En un abrir y cerrar de ojos, mi familia y yo perdimos todo nuestro patrimonio. Ni siquiera voy a entrar en los detalles sucedidos de cómo mis tres hermanos fueron secuestrados y golpeados antes de ser rescatados.

Como un ángel caído del cielo, cuando más lo necesitábamos, apareció una oportunidad en Canadá.

En 1987, Canadá era el único país que tenía un acuerdo de puertas abiertas para refugiados Nicaragüenses.

Mi familia y yo llegamos como refugiados buscando asilo político.

Vine a este hermoso país, Canadá, con nada, pero con un sueño. Vine a una tierra extranjera que me acogió a mí, a una extraña, y me amamantó y me pidió que la hiciera mía.

Canadá nos dio la oportunidad de empezar de nuevo. No hay palabras para expresar mi agradecimiento por este acto humano, generoso y alentador que me ofreció Canadá.

Es verdad, Canadá es la tierra de libertad. Canadá es la tierra de posibilidades y oportunidades ilimitadas. He leído una historia que ilustra maravillosamente mi punto.

Un hombre viene de Europa a América buscando una nueva vida. Un día, entró en una cafetería para conseguir algo de comer. Se sentó en una mesa vacía y esperó a que alguien tomara su orden. Esperó unos 20 minutos, y por supuesto, nadie llegó.Finalmente, un hombre con una bandeja llena de comida sentado frente a él le explico cómo funcionan las cosas en una cafetería auto-servicio:

“Tú tienes que ir a coger tu propia comida. Comienzas al final de la línea, ve y elige lo que quieres. En el otro extremo de la línea, te dirán cuánto tienes que pagar por ello”.

Después de 30 años en Canadá, puedo decir con certeza que las cosas funcionan como dijo el hombre en la cafetería. Puedes conseguir cualquier cosa que quieras, siempre y cuando estés dispuesto a pagar el precio.

Canadá te da todas las oportunidades, y tú puedes escoger y elegir. Incluso puedes tener éxito. Pero nunca lo conseguirás si esperas que alguien te lo traiga.

¡Tienes que levantarte y conseguirlo tú mismo!

Es increíble cuanta verdad hay en la analogía de la cafetería.

Yo no esperé a que alguien viniera a tomar mi pedido.

Yo me levanté y trabajé 15 horas al día en una fábrica de ropas con mi madre para poner comida en nuestra mesa. Después trabajé como una de las mejores vendedoras de Dylex, una de las principales empresas de ropa en Canadá.

Trabajé y ahorré suficiente dinero para pagar mis estudios en la Universidad, y logré una Maestría en Justicia Penal.

Trabajé duro todos los días de mi vida. Cofundé mi primera empresa, Embanet, en 1995, la vendí en el 2007 y cofundé mi segunda compañía, Magnum Opus Grupo en el 2009, empresa que actualmente sigue vigente.

Ahora estoy viviendo mi sueño y la vida que siempre quise. Tengo dos hermosas hijas, una familia increíble, y una gran vida. Puedo dedicar mi tiempo a una de mis grandes pasiones que es escribir.

Sí, Canadá es de hecho un gran país!

Este país maravilloso, Canadá, nos da las herramientas y las oportunidades. No esperes que nadie te traiga el éxito.  Todo depende de ti, de que te levantes y vayas por esa línea, en la cafetería de la vida para que puedas escoger y elegir lo que quieras.

Como yo, muchos de ustedes que están aquí vinieron de países que sufrieron una guerra civil y hasta escaparon persecución racial e incluso genocidio.

Muchos de ustedes probablemente abandonaron sus países de origen por razones económicas en busca de un futuro más seguro.

Gracias a este pacífico país, Canadá, estamos libres de persecución política y racial.

No somos encarcelados por apoyar una visión política diferente. No somos golpeados por exigir una mejor vida. Somos libres de expresar nuestras opiniones. Tenemos el poder de votar en elecciones democráticas y libres. Vivimos en un país donde nuestra voz y voto importa y hace una diferencia.

Estoy asombrada y orgullosa cuando escucho estadísticas demostrando que una en cada cinco personas en Canadá es extranjera. Más de 250.000 refugiados e inmigrantes acuden a nuestro país durante cada año en busca de una vida mejor.

¿Cuántos lugares en el mundo conoces dónde se celebran las diferencias tanto como aquí? Tenemos el don de unirnos a un nuevo país, pero al mismo tiempo podemos mantener nuestras culturas y tradiciones sin discriminación.

Podemos decir que somos orgullosos  Canadienses. Pero también decir que somos orgullosos chinos, portugueses, italianos, indios y filipinos. Es asombroso que en Toronto tenemos 140 idiomas y dialectos hablados.

Canadá es uno de los países más tolerantes y hospitalarios que he conocido. Nunca he visto tanto respeto por la diversidad étnica como lo hay en este hermoso país. Hay respeto genuino por toda la dignidad humana y aprecio a las diferencias de los demás.

Los canadienses son amables y acogedores. He viajado por el mundo, y donde quiera que voy, tan pronto como oyen que soy canadiense, su reacción es siempre la misma,

“Amamos a los canadienses, son la gente más amable y educada del mundo”.

Los canadienses somos únicos permitiendo que la gente entre en nuestros carriles cuando conducimos sin tirar del dedo. Somos las únicas personas que se disculpan cuando alguien se topa con nosotros.

Los canadienses son notoriamente conocidos por decir “lo siento”. Parece que nos disculpamos por todo y por nada. Es gracioso.

Puesto que hoy Julio 1, es el día en que honramos los 150 años de este increíble país, quería recordarlos de algunas bendiciones

Tenemos atención médica gratuita.

Disfrutamos de la educación primaria y secundaria gratuita. ¿Sabías tu que Canadá tiene una de las poblaciones más educadas del mundo? Es debido a nuestra educación secundaria subsidiada por el gobierno y a los muchos préstamos estudiantiles.

Nuestra licencia de maternidad que nos ofrece el gobierno fuera del trabajo es de 50 semanas pagadas en comparación con sólo 12 semanas en los Estados Unidos. Países como Nicaragua, no tienen ninguno de esos beneficios, al menos no durante los años que estuve allí.

Dominamos en el hockey, y nuestro equipo, Toronto Maple Leafs es amado alrededor del mundo.

No tenemos castigo capital. No tenemos ni cargamos armas.

Estamos clasificados entre los 8 países más pacíficos del mundo.

Aceptamos familias no convencionales. Canadá fue uno de los primeros países en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Debido a nuestra diversidad, tenemos la mejor cocina del mundo. Mejor poutine, mejor comida china, griega, italiana, india. La lista continúa.

Al parecer, somos graciosos también! Algunos de los mejores comediantes del mundo son canadienses: Jim Carrey, Mike Myers, Eugene Levy, Martin Short, Seth Rogan y John Candy por nombrar algunos.

Algunos se burlan de nuestro símbolo nacional y de nuestra bandera. Nuestro símbolo nacional, el castor, sí,  es un roedor, pero no es un roedor ordinario. El castor es una criatura humilde e industriosa. El castor nunca deja de trabajar para crear su vivienda. Esto es muy simbólico de nuestra cultura canadiense. Nuestra bandera es una hoja, pero no es hoja cualquiera.  Se sostiene firme y orgullosamente representa la paz, la valentía y la unidad.

Si estás aquí por nacimiento o por opción, unámonos en el orgullo de ser canadiense. Todos estamos aquí juntos en la tierra de la oportunidad, la libertad y la paz.

Estoy orgullosa de ser una pequeña pieza de este mosaico de color y cultura que forma nuestra gran nación. Espero que tú también lo estés.

Dios, te pido, mantén nuestra tierra siempre gloriosa y libre! Canadá te saludo con gratitud en tu día especial. ¡En agradecimiento, siempre estaremos en guardia por ti!

FELIZ DIA DEL CANADA!

Pregunta a mi hija de 9 años: Qué significa para ti ser Canadiense?

Respuesta no editada:

¨Cuando pienso en Canadá pienso en los derechos de las mujeres.  En muchas partes del mundo, las mujeres no son entendidas.  En Canadá tenemos el derecho de votar y de hacer nuestros propios negocios.  Nos podemos casar con QUIEN y CUANDO nosotros decidamos.  En otros partes las niñas son casadas a los 9 años y sin poder decir nada porque sus padres escogen la vida que ellas tienen que tener.  Creo que eso es una injusticia.  Aquí podemos expresar y vivir nuestros sentimientos libremente.  Yo amo a Canadá´´

Emma Feldberg.