Para aquellos de ustedes que leyeron mi blog de abril, Los Susurros de un Ángel saben que mi hija tiene el don de escuchar el susurro de los ángeles. Ella tiene la habilidad de conocer lo que hay en mi alma y sabe cómo darle esperanza a mi corazón. Sí, sólo tiene nueve años de edad, pero es la mejor consejera y el alma más sabia que conozco.

Ella ha visto mi lucha y mi dolor, pero también ha sido testigo de mi trayecto esforzado, de mis agallas y valentía para salir del agujero oscuro en que me encontraba. Ella me ha visto llorar, reflexionar, amar y estrujar mi dolor.

Como parte de mi sanación, adopté una práctica espiritual que consiste en meditar tres veces al día. Cada mañana a las 5:30 am, por la tarde y de nuevo por la noche antes de dormir.

También consiste en recitar afirmaciones para contrarrestar las huellas negativas. Las verbalizo a cada momento que puedo. Ya que no me gusta perder un solo segundo, a menudo las recito cuando manejo. Mis hijas se mueren de la risa al escucharme y creen que estoy chiflada. Puede que ahora se rían de mí, pero también sé que están observando y aprendiendo. Un día, ellas también repetirán que se aman a sí mismas.

Parte de este proceso espiritual es aprender a entregar mis preocupaciones y dudas al universo. Dejar ir el miedo y vivir en un estado de fé, confiando en que mis pasos y vida están siendo guiados hacia un mejor destino. Un día sentí mucha tristeza y ansiedad.

Por esa razón comencé a meditar pidiendo a mis guías espirituales por una dirección o señal de que iba en el camino correcto. Esperé ansiosamente por alguna indicación, sueño o mensaje. Cualquier cosa que pudiera dar sentido a la montaña rusa que había soportado con mi ex-pareja.

Nada.

Intenté comunicarme con mis guías espirituales aun con más fuerza, noche tras noche por cinco días consecutivos. Aún nada.

Finalmente, el sexto día, me puse mis auriculares, hice un clic en mi aplicación de YouTube lista para meditar. El primer episodio disponible fue: Meditación Guiada. Conoce a tus Guías Espirituales Desbloqueando el Tercer Ojo.

“Fantástico, esto es justo lo a que a mí me encanta,” me dije.

Cerré los ojos en mi almohada de meditación y empecé a dejar ir el mundo que me rodeaba.

Sin darme cuenta me quedé dormida. Cuando el episodio terminó, me despertó la voz fuerte de un hombre. El siguiente episodio había comenzado a sonar automáticamente: Prueba que Dios y los Ángeles Existen; Historias de personas que habían estado al borde de la muerte y fueron milagrosamente salvados por extraños. Ángeles que salieron de la nada y desaparecieron de igual manera.

Miré el especial que había sido emitido el 1 de marzo de 2017 con mucho deleite.  Pero en ese momento no había percibo ninguna conexión. Así que me encogí de hombros y lo pasé como pura coincidencia.

Pero esa noche, algo extraño sucedió.

Eran casi las diez de la noche y ya estaba profundamente dormida. Mi pequeña me despertó en la oscuridad y de la nada,  sin ser solicitada, me comenzó a murmurar.

Ella me contó la analogía más sorprendente de mi vida. Yo sé en mi corazón que el mensaje y la señal que había estado pidiendo, estaban siendo transmitidos a través de ella.

Lo siguiente es una transcripción directa de los labios de un ángel:

 “Mamá”, comenzó,

“Sé que estás muy triste por haber terminado tu relación, pero no deberías estarlo. Todo pasa por una razón.

Tú necesitas entender que tu vida es como un tren. Todos estamos emprendiendo un viaje, y tu tren se ha estrellado.

Al principio de tu relación, tu tren iba apacible en una línea recta. Pero tu tren comenzó a afrontar algunos obstáculos que te hicieron tener un paseo brusco. A pesar de la turbulencia, persististe. Tu tren continuó tranquilamente por un corto tiempo más, pero con algunos giros y vueltas en el camino.

Tu tren tomó algunas decisiones arriesgadas: ¿Va a la derecha o sale a la izquierda? ¿Qué camino es bueno? ¿Qué camino es malo?

Nadie lo sabe. 

Necesitas escuchar a tu corazón, pero también necesitas escuchar un poco a tu mente”.  

“Escucha mamá” -continuó ella,

“Cuando un tren se estrella, se detiene, y en ese espacio insólito, es cuando tu alma percata el dolor, e intenta sanar. A medida que tú sanes un poco, tu tren comenzará a moverse.

En este momento tu tren ya ha comenzado a moverse, pero muy lentamente. Estás un poco debajo de la mitad del camino. Cuando un corazón se rompe la recuperación toma mucho tiempo. No vas a sanar al instante Mamá.

Tendrás que esforzarte mucho y tendrás que superar muchos obstáculos que Dios pondrá en tus rieles, en tu camino. Esos obstáculos serán un poco dolorosos, pero algo bueno vendrá con ellos. Una lección que aprender.

Cuando superes esos obstáculos, Y yo sé que lo harás porque tú siempre lo logras, tu tren comenzará a moverse lentamente de nuevo en línea recta. A medida que tú sanes más y más, también la velocidad de tu tren aumentará.

Cuando hayas ya sanado, tu tren pasará por hermosos valles verdes. Verás montañas con nieve en sus cimas. Correrán al lado de tus rieles arroyos de agua dulce, y el sol ardiente alumbrará el camino de tu tren nuevamente.

En tu camino verás hermosos y frondosos árboles. Esos árboles son toda la gente que te ama. Los árboles somos nosotros, tus amigos y familia que están contigo no importa lo que pase.

Los vastos árboles de Zapote que veras también al lado de tu camino son tus ángeles guardianes que te dan sombra. Esos árboles también te dan fruto, pero fruto que nunca se pudre”.

Ella continuó,

“Nosotros, tu familia, somos los árboles de cerezo que te dan flores y hojas que nunca caen. No importa cuántas dificultades enfrente tu tren: huracán, lluvia o nieve, tus cerezos nunca te dejarán. Siempre estarán a tu lado.

Tu ex-pareja era un árbol muerto, y tú te estrellaste contra él porque estaba en medio de tus rieles. Así que no importaba lo que hicieras Mamá, ese árbol tenía que irse. Estaba muerto ya hace mucho tiempo, y no puede volver a la vida. Tu tren tuvo que chocar para atravesarlo. Esa era la única manera en que tu tren podía avanzar.  

A veces Dios nos manda obstáculos, y también envía cosas buenas, pero siempre y cuando pasemos sus pruebas. Si no pasamos sus pruebas, Dios continuará enviándonos más obstáculos. Él nos dará más giros y vueltas hasta que aprendamos o hasta que finalmente nos estrellemos en un árbol. Eso fué lo que te pasó a ti, Mamá.  

Una vez que tú sanes, Dios moverá tu tren. Dios está dirigiendo tus pasos y tu vida. Él tiene cosas asombrosas adelante para ti. Valles tan verdes como los que tú amas del Perú.

The Tracks of my Life - Landscape

Cuando él finalmente esté fuera de tu corazón, verás campos sombreados llenos de arbustos de lavanda. Tu tren se detendrá, saldrás y correrás por los campos y sentirás la brisa pura en tu rostro.

Eso será Dios diciéndote, “Waleuska pasaste la prueba” puedes respirar libre de nuevo.

“¿Es usted un escéptico o un creyente?

Elegí aferrarme a las palabras de esta alma sabia como una señal del mensaje que yo había pedido. Con lágrimas derramadas por mis mejillas pude sentir la presencia de Dios en las palabras alentadoras de mi hija.

Tan pronto como terminó, cayó en un profundo sueño agotada de canalizar el mensaje de mis ángeles. La observé dormir con una admiración profunda.

Ella tiene razón; todos estamos en un trayecto de vida y nuestro tren se detiene, pasa por giros y vueltas y se descarrila, así simboliza a los desafíos que enfrentamos en nuestro camino.

Ahora puedo entregar mis miedos al universo, comprendiendo, como mi hija dijo, Dios está dirigiendo mi tren. Al sanar mi tren se acelerará en línea recta.

En el fondo de mi alma, entendí el mensaje simbólico y poderoso que mandaban mis guías espirituales. Me decían que no hay razón de temer.

Una vida de alegría y felicidad, una vida de valles verdes y arroyos me esperan. Los ángeles me dicen que no estoy sola. Ellos me bendicen con árboles que no mueren ni despojan, animándome, guiándome.

The Tracks of my Life - Train

Cada día el dolor disminuye un poco más. Cada día descubro más sobre mi valor y poder oculto. Cada día encuentro nuevo significado y más fuerza en mí misma. Me siento bendecida por tener la vida que Dios me ha concedido.

Sí, mi tren correrá otra vez más a toda velocidad. Entraré en esos hermosos valles como los que Emma describe. Voy a correr a través de mis arbustos de lavanda y cerezo, sentiré la brisa y el sol tocar mi cara y respiraré feliz nuevamente.

Lo sé con certeza, porque un ángel me lo susurró.

Chuchu Chuchu